sábado, 16 de octubre de 2010

Amnistía a los Recuerdos

                                   
“Perdón”, palabra con connotación positiva, “perdona el que es bueno”, pero es cierto?, yo me animo a reformular; perdona el que es bueno? O perdona el que no tiene rencor?
Ahora nos encontramos con dos elementos, ya no es solo el acceso al perdón, sino que para acceder verdaderamente al perdón hay que despedir antes al rencor, y este ultimo solo se despide si es acompañado por el olvido… y cómo hacemos para que el olvido sea lo suficientemente convincente para que el rencor baje la guardia y simplemente se despida?
Hasta acá entendemos que primero tenemos que olvidar para que no haya rencor y así poder darle la bienvenida al perdón… pero hay un cuarto elemento… que no por ser el ultimo sea menos importante… es el que acompaña a cada elemento… y estamos hablando del afecto, ese que toma el lugar de damnificado, el que fue herido… el afecto que fue acribillado, que hoy tiene que sanar esa herida y abrirle las puertas al victimario que la ocasiono.
Entonces, qué entra verdaderamente en juego cuando hablamos de perdón?, el afecto se abraza al olvido para poder perdonar… pero el afecto es el que tiene plasmado el recuerdo del dolor… entonces… verdaderamente se perdona? O preferimos banalizar el afecto por un momento y estar alertas ante cualquier tipo de nuevo ataque?
Hoy pensé que iba a hablar del perdón, pero me equivoque… estamos hablando de olvido, de dejar de lado algo tan indispensable como la memoria, pero es simplemente la memoria?, o aquí entra una conjunción; la Memoria Afectiva…
Aquella que a través de experiencias presentes nos conduce a revivir los sentimientos de experiencias pasadas, reflotando recuerdos y reproches añejos que quizás jamás pudimos expresar ni solucionar. Reproches que hasta pueden no pertenecernos, siendo heredados como nuestro apellido de generación en generación, repitiendo historias que no por azar se cruzan en nuestras vidas sino que nos convertimos en escenógrafos apropiándonos de historias que presenciamos pero que no nos pertenecen.
 Así muchos nos convertimos en justicieros de nuestra historia, tratando de derribar a enemigos íntimos que no son otra cosa que nada nuestro, repitiendo nuevamente historias de las cuales no queremos pertenecer pero que nos esforzamos por crear con exactitud la escena para esperar la misma respuesta y ahí hacer algo distinto, hacer Justicia!, pero nos destacamos por la diferenciación o nuevamente estamos hablando de repetición?…
Qué desconcertante es a veces vislumbrar verdaderamente a quién va dirigido nuestras actitudes y qué agotador es ofrecérselas a destinatarios no correspondidos… esperando con la respuesta de estos llenar huecos generados por otros… un trabajo sin fin… y un esfuerzo agotador convirtiéndose en sacrificio

1 comentario:

  1. A veces dañamos sin saberlo, el perdon tiene que venir desde el aceptarse imperfecto uno, para entender la imperfeccion del otro. Nunca se perdona una agresion directa y premeditada, de ser asi, entonces habria que custionarse porque lo que nos daña verdaderamente nos daña.

    ResponderEliminar